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today03/17/2023 24
El presidente mexicano, López Obrador, señaló que el fentanilo es un problema de Estados Unidos y afirmó falsamente que en México no se produce nada de esta peligrosa droga.
WASHINGTON — Fue otro momento tenso en una relación tumultuosa, y no terminó bien.
Altos funcionarios de la Administración Biden se dirigían este mes a Ciudad de México para mantener conversaciones preestablecidas sobre la crisis del fentanilo cuando se conoció la noticia de que pistoleros de un cártel de la droga habían secuestrado a cuatro estadounidenses en México, dos de los cuales murieron tiroteados.
Pero después de que las autoridades mexicanas encontraran y rescataran rápidamente a los estadounidenses supervivientes -con ayuda de Estados Unidos-, los funcionarios de Biden tenían la esperanza de poder salir de la reunión sobre el fentanilo con algo bueno que anunciar.
Pero no fue así. Incluso antes de que comenzaran las conversaciones, el presidente de México las echó por tierra. Andrés Manuel López Obrador se presentó ante las cámaras de televisión para proclamar que el fentanilo es un problema de Estados Unidos y afirmó falsamente que en México no se produce nada de esta peligrosa droga.
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Funcionarios y exfuncionarios estadounidenses afirman que este extraño episodio es sintomático de lo mucho que se ha deteriorado la relación entre los dos países en lo que solía llamarse la guerra contra las drogas, precisamente en el momento en que más se necesita una acción conjunta.
“La cooperación entre las fuerzas de seguridad ha sido mínima o inexistente”, afirma Vanda Felbab-Brown, experta en narcotráfico y miembro de la Brookings Institution. El gobierno mexicano no ha permitido redadas conjuntas ni siquiera la observación por parte de las fuerzas de seguridad estadounidenses”. Ahora esta declaración descaradamente falsa del presidente [de México]”.
Matthew Donahue, quien se retiró el año pasado después de tres décadas con la Administración para el Control de Drogas (DEA, por su sigla en inglés) estuvo de acuerdo en que la cooperación era “inexistente” y agregó que el mayor problema es la corrupción en México “y cómo se ha infiltrado en muchos niveles de su Gobierno”.
“Esto es lo peor que ha pasado en México”, dijo. “Lo frustrante es que sabemos dónde están los traficantes”, pero el Gobierno de Estados Unidos ha sido incapaz de persuadir a México para que actúe, “así que toda esa recopilación de inteligencia operativa se desperdicia”.
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Andrew Rudman, director del Instituto de México en el Wilson Center, un centro de estudios de políticas públicas, dijo: “Si no se puede cooperar con México, no se va a resolver este problema, simplemente no hay manera. Realmente pone en duda el grado de cooperación que realmente puede tener lugar en los próximos dos años si cada paso adelante se encuentra con un paso atrás”.
La delegación de EE.UU. en México, incluida la vicefiscal general Lisa Monaco y la asesora de seguridad nacional de la Casa Blanca Liz Sherwood-Randall, volaron discretamente a casa tras las conversaciones y emitieron declaraciones insulsas sobre el papel, negándose rotundamente a comentar las declaraciones de López Obrador. No se hizo ningún anuncio sustancial.
La Secretaría de Relaciones Exteriores de México dijo el jueves en Twitter que su Gobierno “no sólo está dedicando recursos, decenas de vidas de fuerzas de seguridad mexicanas se han perdido en la lucha contra el fentanilo. No estamos diciendo que vayamos a detener la cooperación de México. No estamos diciendo que no seguiremos adelante. No, el Gobierno mexicano está diciendo que reforzaremos nuestra cooperación, pero no lo haremos bajo la falta de respeto de decir que no estamos haciendo nada”.
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En una declaración posterior al viaje en la que expresaba sentimientos no compartidos por ningún exfuncionario o experto consultado por NBC News, la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, dijo: “Tenemos una sólida cooperación en materia de aplicación de la ley con México, que nos ha permitido tomar medidas exitosas contra los cárteles, las organizaciones criminales transnacionales, los narcotraficantes y los contrabandistas de personas, y eso continuará”.
Donahue, que pasó dos años en Ciudad de México y llegó a ser jefe adjunto de operaciones de la DEA, dijo: “Yo no llamaría ‘robusta’ a su casi completa falta de cooperación en los esfuerzos antinarcóticos”.
Tras la declaración de Watson, un alto funcionario del Gobierno de Biden reconoció a NBC News que “tenemos que hacer mucho más en el lado de la aplicación de la ley”, pero añadió: “Hemos descubierto que avanzamos mucho más teniendo las discusiones francas en privado en lugar de mover los dedos en público”.
El funcionario dijo que la Administración Biden ha hecho progresos después de que en enero de 2021 heredara una relación con las fuerzas del orden “completamente rota”.
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Les doy un notable alto por sus esfuerzos y un suspenso por sus resultados”, dijo John Feeley, exalto funcionario del Departamento de Estado que dedicó décadas a la lucha contra el narcotráfico en América Latina en Administraciones de ambos partidos.
El multimillonario tráfico de drogas ilegales es desde hace tiempo una llaga enconada en el continente norteamericano. La demanda estadounidense de cocaína, metanfetamina y heroína alimenta a organizaciones criminales maliciosas y bien financiadas que prosperan en un México plagado de corrupción y anarquía. Los carteles utilizan sus riquezas para comprar armas estadounidenses y sobornar a funcionarios del país. Los políticos estadounidenses denuncian a los cárteles pero dicen poco sobre la procedencia de su dinero.
Pero el opioide sintético fentanilo, que está matando estadounidenses a un ritmo vertiginoso, ha elevado drásticamente las apuestas. Washington está enfadado y los legisladores estadounidenses piden una acción militar contra los cárteles, lo que podría suponer un acto de guerra contra el vecino y mayor socio comercial de Estados Unidos.
“Estamos ante un cambio de juego, y el cambio de juego son cien mil muertos al año. Sin embargo, cuando más necesitamos la cooperación en la aplicación de la ley y el Estado de derecho, no tenemos casi nada”, afirmó Feeley.
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En 2021, 106,000 personas murieron por sobredosis de opioides en Estados Unidos, más de 70,000 de ellas en gran parte por fentanilo, según los Institutos Nacionales de Salud. Cada vez mueren más personas porque tomaron medicamentos que no sabían que contenían fentanilo. Ninguna comunidad o grupo demográfico se ha librado.
Funcionarios estadounidenses y expertos internacionales afirman que la inmensa mayoría del fentanilo que se vende en Estados Unidos se produce en México con precursores importados de China.
“El cártel de Sinaloa y el cártel de Jalisco y sus afiliados controlan la gran mayoría de la cadena de suministro mundial de fentanilo, desde la fabricación hasta la distribución”, declaró el mes pasado ante el Congreso la administradora de la DEA, Anne Milgram.
“Los cárteles compran precursores químicos en la República Popular China, transportan los precursores químicos de la República Popular China a México, utilizan los precursores químicos para producir fentanilo en masa, prensan el fentanilo en píldoras de prescripción falsas y utilizan coches, camiones y otras rutas para transportar las drogas de México a Estados Unidos para su distribución”, señaló.
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Dijo que a los cárteles les cuesta tan sólo diez centavos producir una píldora de prescripción falsa con fentanilo que se vende en Estados Unidos entre 10 y 30 dólares.
“Los cárteles están llevando a cabo una traición deliberada y calculada para engañar a los estadounidenses y fomentar la adicción con el fin de obtener mayores beneficios”, afirmó.
Cuando asumió el cargo en 2018, López Obrador, anunció que su política hacia los cárteles de la droga sería “abrazos, no balas”.
La semana pasada, dijo a los periodistas: “Aquí no producimos fentanilo y no tenemos consumo de fentanilo”.
Culpó de la crisis de sobredosis en Estados Unidos a la “decadencia social” de la sociedad estadounidense, y añadió: “Lamentamos profundamente lo que está ocurriendo en Estados Unidos, pero ¿por qué no combaten el problema… y, lo que es más importante, por qué no cuidan de su juventud?”.
No siempre fue así. La relación decayó lentamente desde su punto álgido, cuando las operaciones conjuntas entre Estados Unidos y México se hicieron habituales en la década de 2000 bajo los presidentes George Bush y Felipe Calderón. Habían empezado a decaer cuando Enrique Peña Nieto asumió el cargo en 2013. Después de que Estados Unidos arrestara al ministro de Defensa de México por cargos de corrupción en octubre de 2020, López-Obrador puso fin en gran medida a la poca cooperación que quedaba, incluso dificultando la permanencia de agentes de la DEA en el país, dijeron Feeley y otros expertos.
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México estaba tan indignado por la detención que el entonces fiscal general William Barr finalmente abandonó el caso y devolvió al ministro a México, que lo exoneró a pesar de las pruebas de que trabajaba en nombre de un violento cártel de la droga. Funcionarios de ambas partes quedaron furiosos por todo el asunto, según afirman funcionarios y exfuncionarios estadounidenses.
En privado, los funcionarios estadounidenses dicen que en sus comentarios sobre el fentanilo, López Obrador estaba reaccionando a los comentarios de los legisladores republicanos en las últimas semanas pidiendo una acción militar contra los narcotraficantes en México y proponiendo designar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas.
“Vamos a desatar la furia y el poderío de Estados Unidos contra estos cárteles”, dijo el senador Lindsey Graham, republicano por Carolina del Sur, quien pidió al presidente que “dé al Ejército la autoridad para ir tras estas organizaciones dondequiera que existan”.
La idea de una acción militar unilateral de Estados Unidos contra los cárteles dentro de México es anatema para casi cualquier político mexicano, y mucho menos para uno que apuesta su identidad a desafiar a Estados Unidos.
La realidad es que Estados Unidos necesita urgentemente la cooperación de México en una serie de asuntos, según los expertos, entre ellos la crisis migratoria masiva en la frontera sur de Estados Unidos. México es el mayor socio comercial de Estados Unidos y su destino turístico más habitual, y acoge a la mayor comunidad de estadounidenses expatriados. La posibilidad de que un presidente estadounidense emprenda una acción militar en México en contra de los deseos de su gobierno parece extremadamente remota.
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“No estamos contemplando una acción militar contra México”, dijo Watson, la portavoz del NSC, en un comunicado.
Todo el mundo reconoce que la Administración Biden se encuentra en un difícil aprieto. Necesita la ayuda de México en la lucha contra el fentanilo, pero no recibe mucha y tiene muy poca influencia para hacer algo al respecto.
Una portavoz de la DEA declinó hacer comentarios para este artículo. Pero Milgram, de la DEA, detalló recientemente al Congreso cómo México se niega a compartir incluso los datos básicos.
“No recibimos información sobre las incautaciones de precursores químicos”, dijo. “Estamos muy preocupados por los laboratorios clandestinos en todo México, y hemos ofrecido y seguimos ofreciendo y estamos dispuestos a trabajar en colaboración con las autoridades mexicanas para desmantelar y acabar con esos laboratorios clandestinos en todo México conjuntamente y para ser de cualquier servicio que podamos”, explicó.
Además, México está dando largas a docenas de solicitudes de extradición de Estados Unidos.
“Una de las cosas que buscamos es que México arreste y extradite a más individuos a Estados Unidos”, dijo. “El año pasado, México extraditó a Estados Unidos a 24 acusados relacionados con el narcotráfico, pero hay 232 acusados relacionados con el narcotráfico que están a la espera de ser extraditados”, señaló.
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Donahue afirmó que la corrupción es tan profunda en México que las fuerzas de seguridad mexicanas dedican más tiempo a vigilar a los agentes de la DEA que a los miembros de los cárteles.
Los problemas son evidentes. Mucho menos claro está cómo resolverlos. Una propuesta, adoptada por algunos legisladores republicanos y algunos expertos, como Feeley, es designar a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras. Barr, exfiscal general, argumentó recientemente que EE.UU. debería utilizar el Ejército para derrotar a los cárteles, aunque no dejó claro si estaba diciendo que EE.UU. debería hacerlo incluso sin el permiso de México, lo que podría calificarse como un acto de guerra.
Feeley dice que EE.UU. no puede tomar medidas unilaterales en México, pero él y otros argumentan que una designación terrorista permitiría a los fiscales perseguir más fácilmente a los estadounidenses que ayudan a los cárteles, utilizando un cargo de “apoyo material al terrorismo” que conlleva mucho más estigma que un delito de drogas.
La Casa Blanca se opone a la designación de terrorismo, según un alto funcionario de la Administración, pero no rechaza la ampliación de las autoridades legales para atacar a los cárteles.
“Creo que la Administración Biden ha sido bastante paciente con México”, dijo Rudman, del Wilson Center. “Quizá a veces demasiado paciente”.
Fuente: Noticias Telemundo.com
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