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Mascarilla, sí, mascarilla no. Hemos deshojado muchas veces esta margarita en los dos largos años de pandemia. Una jueza federal de Florida dio la última palabra (por el momento, al menos) al cancelar la obligación de llevar tapabocas en el transporte público. Pero lo que recomienda la ciencia —y el sentido común— es otra cosa.
El presidente Joe Biden afirmó que los estadounidenses deberían decidir por sí mismos si usar o no mascarillas en aviones, trenes y autobuses, incluso después de que una jueza federal anuló el mandato en todo el país en el transporte público.
Para Biden, la decisión de usar un tapabocas depende de cada quien.
La jueza federal de Florida Kathryn Kimball Mizelle anunció el lunes su decisión bajo el argumento de que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) excedieron su autoridad con el mandato que extendía el uso del tapabocas hasta principios de mayo para estudiar mejor la subvariante ómicron BA.2, responsable de la gran mayoría de casos de coronavirus en EEUU.
Las principales aerolíneas del país (entre ellas Delta, United, American o JetBlue) anunciaron que la mascarilla será opcional para sus usuarios y para su personal. También Uber anunció que desde ahora ni los conductores ni los pasajeros están obligados a llevarla.
En casi ningún contexto están las mascarillas más justificadas que en el transporte, donde las personas se hacinan en un espacio reducido respirando el aire de los demás, a veces durante horas. La jueza, claro, no está de acuerdo. No vamos a entrar en el entramado semántico de 59 páginas sobre el que discurre su decisión, pero sí recordamos que los CDC, la principal autoridad en materia de salud en el país, recomienda su uso.
Las reacciones a la decisión de la jueza dan muchas pistas de por dónde van los tiros, y lo poco que tienen que ver con cuestiones sanitarias. El gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, publicó en Twitter que “es genial ver que un juez federal de Florida sigue la ley y rechaza el mandato de la máscara de Biden.»
Chuck Grassley, uno de los principales republicanos del Comité Judicial, dijo en Twitter que el fallo mostraba por qué su trabajo sobre las nominaciones judiciales de Trump era «tan importante para proteger la libertad [individual]» y «frenar la extralimitación [del gobierno].»
Del lado demócrata la reacción es opuesta. El senador demócrata Ed Markey, por ejemplo, tuiteó que “una jueza nombrada por Trump está obstruyendo nuestra respuesta a la pandemia y poniendo en riesgo a los más vulnerables.»
Como señala Kent Sepkowitz, experto en control de infecciones en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center en un artículo en CNN, esto indica que el país ha entrado en el modo “pasar del Covid-19″, abrazando el “pensamiento mágico” de que, ignorando el virus, éste desaparecerá, “malinterpretando nuestra fatiga colectiva como una indicación de finalidad. La salud pública, la opinión pública y los puntos de vista políticos opuestos se enfrentan en beneficio de ninguno”.
¿Sirve de algo ponerse la mascarilla cuando nadie la lleva?
A estas alturas de la pandemia, no faltan estudios tanto en entornos reales como de laboratorio que prueban que las mascarillas funcionan para detener el virus.
¿Sirve de algo ponerse la mascarilla en un espacio en el que nadie la lleva? Las máscaras funcionan mejor cuando todo el mundo en el mismo espacio lleva una puesta, pero también te beneficiarás de llevar mascarilla, aunque los que te rodean no lo hagan.
Esto se debe a que cuando una persona infectada lleva una mascarilla, un gran porcentaje de las partículas infecciosas que exhala quedan atrapadas, lo que detiene la propagación del virus en su origen. Y cuando hay menos partículas víricas flotando por la habitación, es probable que las mascarillas que llevan los demás bloqueen las partículas que se han escapado.
Pero también hay muchas pruebas que demuestran que las mascarillas protegen al usuario, incluso cuando los demás no llevan mascarilla. Algunas consideraciones a tener en cuenta son estas:
El grado de protección depende de la calidad de la mascarilla y de su ajuste. La recomendación es utilizar una N95 (la opción más segura), KN95 o KF94 para protegerse de la subvariante ómicron BA.2, mucho más infecciosa que las cepas anteriores.
En un estudio, científicos adscritos al Instituto Nacional para la Salud y la Seguridad Ocupacional de los CDC evaluaron la efectividad de varios cobertores faciales para prevenir la expulsión de partículas tras una tos simulada. Las máscaras protectoras N95 tuvieron el mejor desempeño al bloquear el 99% de las partículas, mientras que las mascarillas médicas bloquearon el 59% y las de tela un 51%. La única modalidad que no casi no logró efectividad alguna fueron los visores transparentes, que apenas bloquearon el 2%.
El tiempo de exposición a una persona infectada y la calidad de la ventilación de un espacio, son factores que repercuten en los riesgos. En la mayoría de los aviones, el aire de la cabina suele pasar por filtros de partículas de alta eficiencia (HEPA) para reducir la transmisión del virus. Pero eso no elimina por completo el riesgo.
La circulación del aire puede funcionar a baja potencia o estar completamente apagada durante el embarque y el desembarque, por lo que, en esos periodos, así como en el tiempo que pases en el aeropuerto, puede ser cuando corras más riesgo de exposición y puedas beneficiarte más de llevar una mascarilla.
La mejor protección es la vacuna, pero incluso las personas vacunadas deben tener precaución cuando están en espacios interiores en los que no puedan mantener la distancia de seguridad.
Fuente: Univisión
Written by: Editor
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